lunes, diciembre 30, 2013

Serrat y su misteriosa ‘Montonera’

Retrato de Marie Anne Erize Tisseau


Serrat y su misteriosa ‘Montonera’

Joan Manuel ha enterrado una bellísima canción dedicada, se cree, a Marie Anne Erize Tisseau


Es un buen día cuando encuentras un nuevo número de Viernes peronistas. Y también, un día perdido: imposible resistirse a sumergirse en sus páginas (aunque técnicamente un fanzine, tiene dimensiones de libro). Esta publicación, concebida en Madrid, estudia el peronismo clásico como si fuera un fenómeno pop.

Y siempre contiene sorpresas. En el número 3, aparece un apartado dedicado a la discografía justicialista. Descubro que sí , que hubo una edición oficial de lacanción maldita de Joan Manuel Serrat: en 1978, el Consejo Superior del Movimiento Peronista Montonero, residente en México, publicó un flexidiscoasombroso, para su difusión clandestina en Argentina.

En la cara A, diez minutos de un análisis triunfalista de lo ocurrido tras el golpe militar, seguido de instrucciones para visibilizarse durante los Mundiales de Fútbol; en vísperas del aniquilamiento de la resistencia armada, la voz de Juan Gelman parece venir de un universo paralelo. Se incluyen direcciones y teléfonos de la organización en el extranjero y, más alucinante aún, el organigrama de la cúpula del movimiento guerrillero, con todos sus responsables.

Al dorso, La montonera, una bellísima loa serratiana: “Con esas manos de quererte tanto / pintabas en las paredes ‘Lucha y vuelve’ / manchando de esperanzas y de cantos/ las veredas de aquel 69”. Lo extraordinario, para tratarse de un disco producido por Montoneros, reside que Serrat manifestaba escepticismo ante la mitificación de Perón: “Cayéndose y volviéndose a levantar, la montonera / que buen vasallo sería / si buen señor tuviera”.

Se cree que la musa era Marie Anne Erize Tisseau. Nacida en Argentina de padres franceses, fue modelo: desfiló, ocupó portadas de revistas y conoció ladolce vita de la farándula porteña. A continuación, se convirtió en militante de base en Montoneros, haciendo trabajo social entre los más desfavorecidos.

Hacia 1969, Marie Anne viajó a Europa. Aquí conoció a Serrat y Moustaki; también tuvo una relación breve con Paco de Lucía. Demostró audacia: al encontrarse sin dinero, ejerció de contrabandista de arte, exportando varios cuadros valiosos. Todo se cuenta en un libro del periodista Philippe Broussard,La desaparecida de San Juan. Efectivamente, Marie Anne fue chupada en plena calle, a la luz del día. El militar a cargo de su secuestro, Jorge Olivera, supuestamente alardeó de haberla violado antes de que fuera asesinada. El miserable fue condenado a cadena perpetua pero escapó hace unos meses.

Lo que resulta intrigante es que Joan Manuel haya impedido la difusión del tema, que nunca ha registrado de forma profesional. Se incluye en el documentalCazadores de la utopía (1995), de David Blaustein. A partir de un casete de Serrat en directo, Litto Nebbia añadió un elegante arreglo. Según Nebbia, con la banda sonora fabricada, Serrat prohibió la edición de su canción: la tirada fue destruida.

Hay una historia detrás, supongo. La historia de la relación de Serrat con la izquierda revolucionaria argentina. Son misterios que seguramente se evaporaran: para bien o para mal, Serrat está en el cielo de las hagiografías. Aquí y en la Argentina. Urge entender la inmensa popularidad de Joan Manuel en aquel país. En los tres tomos de La voluntad, la crónica panorámica de la insurgencia, se reitera el nombre de Serrat. En un momento, antes del golpe, aparece donando “una buena suma” a familiares de presos políticos. Más adelante, en una prisión secreta, se usa su música para tapar los gritos de una torturada: horroriza saber que Serrat también gustaba a algunos milicos.

http://cultura.elpais.com/cultura/2013/12/29/actualidad/1388337557_449787.html

sábado, diciembre 28, 2013

Serrat, 70 jóvenes años




 Serrat, 70 jóvenes años

El cantautor catalán, autor del disco símbolo de la música moderna española, "Mediterráneo", sigue al pie del cañón artístico

Eduardo GARCÍA
28·12·13 | 01:51

¿Qué hubiera sido de Serrat si en aquel lejano 1968 hubiera participado en Eurovisión con el La-la-la que finalmente dio el triunfo y la gloria a Massiel? Aquel cantautor de cara guapa, elegido para representar a España, dicen que quiso cantar el La-la-la en catalán, lo que debió sonar a broma al régimen. Sustituido por la asturiana, Joan Manuel Serrat protagonizó la primera gran polémica lingüística, él que usó las dos lenguas para expresarse con su guitarra. Padre catalán pero madre aragonesa, siempre pregonó para justificar su amor por el castellano.

Serrat cumplió ayer 70 años. Juglar de la transición, autor del que es quizás el disco más importante de la historia musical moderna española. Su Mediterráneo, en español, es el producto perfecto, editado en 1971 y hoy plenamente vigente.

Lleva Serrat, nacido en una familia modesta del barcelonés Poble-Sec, perito agrícola de estudios y figura relevante de la Nova Cançó, más de medio siglo de actuaciones y grabaciones, desde aquel modesto disco con cuatro canciones en catalán editado en 1965 hasta los últimos trabajos en compañía de otro monstruo, Joaquín Sabina, en 2012, consecuencia directa de sus giras juntos, "dos pájaros" de mucho cuidado.

Cantautor de la transición -y de unos cuantos años antes - huyó de la canción protesta para refugiarse en los grandes poetas. Sus versiones de Antonio Machado, León Felipe o Miguel Hernández sirvieron para hacerlos un poco más nuestros. Su canción Mediterráneo ya le situaría por sí misma en lugar de privilegio. "Quizá porque mi niñez sigue jugando en tu playa, y escondido tras las cañas duerme mi primer amor..." dice la primera estrofa de una canción prendida para siempre en la memoria de unas cuantas generaciones.

Sigue en activo, no libre de achaques, convertido en símbolo de un tiempo y de una forma de entender la música. Quedan pocos en un mundo de usar y tirar.

viernes, diciembre 27, 2013

Serrat que ahora tiene 70 años


Serrat, Núria Feliu y Raimon. 

Serrat que ahora tiene 70 años

El cantautor cumple siete décadas y casi medio siglo de carrera musical

En 1964 cantó por primera vez en el programa 'RadioScope' de Radio Barcelona


Fue el primer intérprete que proyectó la Nova Cançó en las listas de éxitos con una canción en catalán y el fenómeno de los fans entre Els Setze Jut
ges. Serrat confirma la aparición de un nuevo modelo de cantante que ha sido enunciada por Raimon y que gracias a él, por su proyección popular, pone el cartel de “No hay entradas” en teatros y auditorios. Desde aquellas primeras canciones ingenuas y de factura naïf, Una guitarra, Ella em deixa, la lírica serratiana desembocará en el grito generacional de Ara que tinc 20 anys y la adhesión a un paisaje catalán y mediterráneo con Cançó de matinada. Creaciones como La Tieta y Cançó de bressol señalan su primer Everest coronado. Como el Dylan de Like a rolling stoneSerrat ensancha con ambición su horizonte estilístico.

Después de Raimon con los versos de Salvador Espriu y Paco Ibáñez con los poetas clásicos y contemporáneos de la lengua castellana, Serrat traslada la lírica de Antonio Machado –siguiendo los pasos de Alberto Cortez- al cancionero popular. Una musicalización de factura descaradamente pop que le reporta las críticas de los más puristas y el agradecimiento del Gremio de Libreros de Madrid por haber colaborado en las ventas de los libros del poeta hasta aquel momento minoritarias. Poetas como Rafael Alberti, Joan Salvat-Papasseit, Josep Carner, J.V. Foix, Mario Benedetti o Miguel Hernández se sumarán progresivamente al álbum serratiano.

El franquismo lo condena varias veces al ostracismo o en su caso al veto televisivo, entre otras prohibiciones, pero la figura de Serrat saldrá siempre victoriosa de los desafíos y censuras. Al otro lado del Atlántico países como Argentina, México o Chile lo acogen como uno de los suyos desde su primera visita a finales de la década de los sesenta. Se le compara con Gardel y se le abren los teatros hasta entonces vetados a la música popular. Durante los años más duros de las dictaduras latinoamericanas las canciones de Serrat se convierten en refugio o botiquín de primeros auxilios para muchos hombres y mujeres. Serrat es el cantor de la esperanza y la libertad.

Serrat cumple setenta años con el aval de ser uno de los intérpretes que ha colaborado en la transformación cultural de un país. La figura de Serrat ilumina estas casi cinco décadas de música popular como la de los grandes creadores que han ayudado a cambiar la sensibilidad de su tiempo y su sociedad. Un cantante y autor, a la vez, culto y popular. Las canciones de Serrat enlazan con la sentimentalidad y argumento de una canción popular española, la copla, y al mismo tiempo, contemporáneas de una canción europea de acento lírico. Es el Serrat que se reconoce en Aznavour y Rafael de León, en Brel y Concha Piquer, en Carlos Gardel y la Chanson francesa. Una cocina melódica que ha acabado dando esa mezcla de sabores irresistibles para una diva como la italiana Mina o una voz como la de Silvia Pérez Cruz.
Su penúltima aventura ha sido a bordo del Titanic y en compañía de otro soñador –también en otro tiempo como él de pelo largo- y ahora de barba canosa. El dúo Sabina y Serrat ya forma parte de la historia y el futuro vuelve a ser una página en blanco para escribir. Quizás es el momento de ir pensando en ese medio de siglo de canciones sobre los escenarios que espera al girar la esquina…
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/12/24/actualidad/1387886533_903681.html

Feliz 70 años querido Serrat

FELIZ 70 AÑOS QUERIDO NOI
70 ABRAZOS SON POCOS...
GRACIAS

Joan Manuel Serrat cumple 70 años: revive aquí algunos de sus mejores temas



Joan Manuel Serrat cumple 70 años: revive aquí algunos de sus mejores temas

Cantante es considerado como uno de los mayores artistas de Europa por inspirar a varias generaciones de músicos

27 DE DICIEMBRE DEL 2013 

Hace 50 años que Joan Manuel Serrat hacía un alegato de juventud en su canción ‘Ara que tinc vint anys’, y es que el cantautor que le puso banda sonora a la España de la transición alcanza la condición de septuagenario pretendiendo “llegar a viejo y tener un buen remate, un final con beso”.

“Si tuviese más ventajas y menos inconvenientes. Si el alma se apasionase, el cuerpo se alborotase y las piernas respondieran. (…) Quizá llegar a viejo sería todo un progreso, un buen remate, un final con beso”, cantaba Serrat en ‘Llegar a viejo’, un tema que contrasta con la fuerza y el ánimo que desprendía el cantautor en aquella canción en la que decía tener 20 años.

Galardonado recientemente en Argentina por su defensa de los derechos humanos, Serratreclamó libertad en los años 60 cuando España vivía sumida en la dictadura y formó parte de aquella generación de cantautores que convertían la música en protesta pero el artista barcelonés hizo mucho más que aquello, huyó del panfleto y sus letras críticas eran versos cargados de poesía.

Rastrea esa España rural y de provincias un artista que se crió en un barrio obrero de Barcelona y que trasladó a la canción los poemas de Antonio Machado y Miguel Hernández, en los álbumes‘Dedicado a Antonio Machado’ e ‘Hijo de la luz y de la sombra’, respectivamente.

“Es la poesía de un hombre dolido que nació en la pena y murió en la enfermedad y el abandono”, comentaba Serrat recientemente en una rueda de prensa sobre Miguel Hernández que murió a los 31 años en la cárcel y al que le declara “fidelidad eterna”.

En su música también tienen hueco los versos rodeados de pasión y romance como los que le brindaba a aquella Lucía con la que decía haber tenido la más bella historia de amor o los de “Paraules d’amor” en los que se lamentaba de un amor perdido.

Nacido en el barrio obrero barcelonés de Poble Sec en una de aquellas familias humildes que perdió la guerra, Serrat siempre estuvo “a favor de la gente de a pie” como argumentaba cuando fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.

Muchos de sus temas permanecen ya en la memoria de varias generaciones, como‘Mediterráneo’, una canción que se convirtió en un símbolo de la libertad en España y en Iberoamérica, y que invariablemente sigue ocupando el número uno de las preferidas por el público español cuando se eligen las canciones históricas.

AQUÍ UNA LISTA CON ALGUNAS DE SUS CANCIONES






‘Sinceramente teu’ (con María Bethania, Raimundo Fagner, Gal Costa, Caetano Veloso y Toquinho)

(1987)




‘Dos pájaros de un tiro’ (con Joaquín Sabina) (2007)


La orquesta del Titanic (2012), con Joaquín Sabina.

http://elcomercio.pe/luces/musica/joan-manuel-serrat-cumple-70-anos-revive-aqui-algunos-sus-mejores-temas-noticia-1678808?ref=nota_luces&ft=mod_leatambien&e=titulo

Serrat que ahora tiene 70 años




Serrat que ahora tiene 70 años

El cantautor cumple siete décadas y casi medio siglo de carrera musical

En 1964 cantó por primera vez en el programa 'RadioScope' de Radio Barcelona

Foto 1 Joan Manuel Serrat presenta 'Hijo de la luz y la sombra' en el Teatre Grec en 2010. MARCEL.LI SAENZ

CARLES GÁMEZ
Valencia 27 DIC 2013 - 01:16 CET

Fue el primer intérprete que proyectó la Nova Cançó en las listas de éxitos con una canción en catalán y el fenómeno de los fans entre Els Setze Jutges. Serrat confirma la aparición de un nuevo modelo de cantante que ha sido enunciada por Raimon y que gracias a él, por su proyección popular, pone el cartel de “No hay entradas” en teatros y auditorios. Desde aquellas primeras canciones ingenuas y de factura naïf, Una guitarra, Ella em deixa, la lírica serratiana desembocará en el grito generacional de Ara que tinc 20 anys y la adhesión a un paisaje catalán y mediterráneo con Cançó de matinada. Creaciones como La Tieta y Cançó de bressol señalan su primer Everest coronado. Como el Dylan de Like a rolling stone Serrat ensancha con ambición su horizonte estilístico.

Después de Raimon con los versos de Salvador Espriu y Paco Ibáñez con los poetas clásicos y contemporáneos de la lengua castellana, Serrat traslada la lírica de Antonio Machado –siguiendo los pasos de Alberto Cortez- al cancionero popular. Una musicalización de factura descaradamente pop que le reporta las críticas de los más puristas y el agradecimiento del Gremio de Libreros de Madrid por haber colaborado en las ventas de los libros del poeta hasta aquel momento minoritarias. Poetas como Rafael Alberti, Joan Salvat-Papasseit, Josep Carner, J.V. Foix, Mario Benedetti o Miguel Hernández se sumarán progresivamente al álbum serratiano.

Foto 2 Serrat, Núria Feliu y Raimon. ORIOL MASPONS

El franquismo lo condena varias veces al ostracismo o en su caso al veto televisivo, entre otras prohibiciones, pero la figura de Serrat saldrá siempre victoriosa de los desafíos y censuras. Al otro lado del Atlántico países como Argentina, México o Chile lo acogen como uno de los suyos desde su primera visita a finales de la década de los sesenta. Se le compara con Gardel y se le abren los teatros hasta entonces vetados a la música popular. Durante los años más duros de las dictaduras latinoamericanas las canciones de Serrat se convierten en refugio o botiquín de primeros auxilios para muchos hombres y mujeres. Serrat es el cantor de la esperanza y la libertad.

Serrat cumple setenta años con el aval de ser uno de los intérpretes que ha colaborado en la transformación cultural de un país. La figura de Serrat ilumina estas casi cinco décadas de música popular como la de los grandes creadores que han ayudado a cambiar la sensibilidad de su tiempo y su sociedad. Un cantante y autor, a la vez, culto y popular. Las canciones de Serrat enlazan con la sentimentalidad y argumento de una canción popular española, la copla, y al mismo tiempo, contemporáneas de una canción europea de acento lírico. Es el Serrat que se reconoce en Aznavour y Rafael de León, en Brel y Concha Piquer, en Carlos Gardel y la Chanson francesa. Una cocina melódica que ha acabado dando esa mezcla de sabores irresistibles para una diva como la italiana Mina o una voz como la de Silvia Pérez Cruz.

Su penúltima aventura ha sido a bordo del Titanic y en compañía de otro soñador –también en otro tiempo como él de pelo largo- y ahora de barba canosa. El dúo Sabina y Serrat ya forma parte de la historia y el futuro vuelve a ser una página en blanco para escribir. Quizás es el momento de ir pensando en ese medio de siglo de canciones sobre los escenarios que espera al girar la esquina…

miércoles, diciembre 25, 2013

Serrat, orgullosos 70


1968

Desde los inicios fue conocido como 'el chico del Poble Sec' en honor al barrio barcelonés que le vio nacer.


1970

Serrat fue el elegido para representar a Eurovisión en 1968, aunque su deseo de cantar en catalán hizo que finalmente le sustituyera Massiel.


1980
Una de las cosas de las que se siente más orgulloso es de haber podido "comprar un piso a mis padres y retirarles”.

2006
2Fue investido 'doctor Honoris Causa' por la Universidad Complutense
de Madrid.


2011

Casado con Candela Tiffón, es padre de tres hijos y abuelo de dos chicas.


2013

Sigue en activo después de superar una angina de pecho, un cáncer de vejiga y un nódulo en el pulmón.
 Lleva 50 años cantando al amor y a la vida

Serrat, orgullosos 70

El noi del Poble Sec cumple 70 y los celebra satisfecho.

Hijo de un lampista y una costurera nació en el barrio barcelonés de Poble Sec (Pueblo seco) y orgulloso ha paseado sus orígenes por todo el mundo.
“Mi mayor satisfacción fue poder comprar un piso a mis padres y retirarles”, ha recordado.

“He sido afortunado. La vida me ha tratado bien”, cuenta el hombre que un día, hace ya 40 años le cantó al Mediterráneo. Solidario, amante de su tierra y de su gente ha sido siempre fiel a sus ideas y contundente con las injusticias. Topó en el camino con una angina de pecho, un cáncer de vejiga y un incómodo nódulo pulmonar, pero sigue cantando a la vida y al amor. Candela, su esposa ha sido su compañera incondicional. Candela (27), María (34), y Queco (44), que le ha hecho ya abuelo, sus tres grandes pasiones.

http://www.lecturas.com/actualidad/serrat-orgullosos-70_11490/1





domingo, diciembre 22, 2013

Un recuerdo: Tío Alberto, el último gatopardo

Un recuerdo: Tío Alberto, el último gatopardo

Por Carlos Olalla el 22 diciembre, 2013

Fue un personaje de leyenda: inteligente, atractivo, guapo, tierno, apasionado, seductor, juerguista, aventurero, inquieto y, por encima de todo, generoso sin límite. Así era Alberto Puig Palau, inmortalizado como Tío Alberto por uno de los muchos artistas a los que ayudó en sus comienzos: Joan Manuel Serrat. Perteneciente a una acaudalada familia de la burguesía catalana que hizo su gran fortuna con el auge del textil, vio frustrada su vocación de médico por el empeño de su padre en que entrase a trabajar en la empresa familiar. Inconstante, como la mayoría de las personas apasionadas, estudió las carreras de ingeniería y derecho sin acabarlas, compaginándolas con filosofía, que tampoco acabó. El joven Alberto tenía un poder de seducción enorme. Su trato era siempre alegre y exquisito. Tampoco era extraño ver que las mujeres se giraran para mirarle cuando pasaban por su lado. Su pasión por las mujeres y por el mundo de los gitanos le llevaron a dejarlo todo y a irse a vivir con una joven gitana en las cuevas del Sacromonte granadino. El empecinamiento del padre en introducir a su hijo en el mundo del textil le llevó a enviarle a Lyon, de gran tradición sedera, con diecinueve años recién cumplidos. A aquel viaje siguió otro a Estados Unidos para que aprendiese todo sobre la maquinaria textil que podrían incorporar a sus fábricas. El iluso señor Puig pensaba que con aquellos viajes haría que su hijo sentase la cabeza y se entregase por completo a dirigir la empresa de la familia. La cosa no fue como esperaba ya que, compaginando su trabajo con sedas y máquinas, el joven Puig Palau se dedicó a lo que más le gustaba: el placer de conocer el mundo a través de la noche, la fiesta y las mujeres. En Estados Unidos, de la mano de su amigo madrileño Edgar Neville, encontró otro aliciente que marcaría profundamente su vida: la incipiente industria del cine. Seductor nato, tuvo varias historias de amor con actrices norteamericanas durante su estancia por aquellas tierras. Su última relación con una actriz durante aquel viaje fue Dolores del Río, que cariñosamente le llamaba “el chico de la sonrisa del millón de dólares”. Vivieron un apasionado romance que se prolongó en el viaje de regreso en barco a Europa. Ella venía a rodar una película en Berlín. Él, como siempre y estuviese donde estuviese, a disfrutar de cada segundo de su vida. La acompañó al rodaje e intervino como figurante en la que fue su primera, y no última, aparición en la pantalla. El padre, escandalizado, intentó comprar todas las copias de la película para que nadie viera a su hijo haciendo algo tan opuesto y alejado de lo que es dirigir una empresa.



De regreso a Barcelona, la vida del joven Puig Palau se desarrolló entre los ambientes más selectos de la parte alta de la ciudad y los más populares del barrio chino. La empresa le ocupaba los días; su insaciable sed de amor, las noches. La Barcelona de finales de los años veinte y principios de los treinta era una ciudad convulsa y tremendamente viva. Los enfrentamientos entre trabajadores y empresarios eran extremadamente violentos. El movimiento obrero estaba en su apogeo y la fuerza de los anarquistas iba cada día en aumento. Puig Palau, como todo apasionado devorador de la vida, vivía todo muy rápido. De hecho la velocidad fue otra de sus grandes pasiones. Llegó a correr en la fórmula 1 de entonces. En 1931, con veinticuatro años, se casó con una guapísima joven de buena familia de Barcelona, Margarita Gabarró. El padre de Alberto nunca llegó a ver aquella boda que tanto le habría gustado: había muerto atropellado dos meses antes.

Aunque las posiciones ideológicas del joven Alberto eran de izquierdas, cuando estalló la guerra se desplazó a Tetuán donde, con su savoir faire, su don de gentes y su facilidad para los idiomas, no tardó en entablar una buena amistad con el General Beigbeder, comisionado de la plaza, que le contrató como secretario. Meses después, enterado de la ideología alejada del franquismo de Puig Palau, Beigbeder le protegió relevándole de su puesto. Acabada la guerra civil Puig Palau regresa a Barcelona y hace lo que siempre hizo durante toda su vida: ayudar a los que lo necesitaban. Fueron muchos los anarquistas a los que protegió y ayudó a cruzar la frontera para escapar de la dictadura franquista. Su idealismo le lleva a participar en la Segunda Guerra Mundial junto a la Resistencia francesa contra los nazis. Por eso le concedieron la Orden de la Legión de Honor, la más alta condecoración francesa.

Hombre de gran cultura e inquietudes, que mezclaba lo más elitista con lo más popular, que trataba por igual a un príncipe que a un mendigo, durante toda su vida dedicó gran parte de su fortuna a ayudar a quien lo necesitaba y, especialmente, a artistas que, como suele acontecer en este país, pasaban verdadera hambre intentando vivir de su arte. De ese mecenazgo nació su relación con el joven Serrat, que daba los primeros pasos de su carrera musical. Su pasión por la arquitectura le llevó a encargarle al arquitecto Durán Reynals la nueva sede de la empresa en el centro de Barcelona. Tres años antes ya le había encargado la que, sin duda, fue una construcción mítica y legendaria de la Costa Brava gerundense: Mas Castell, su casa de veraneo en Palamós.




Puig Palau era hombre de pasiones a las que se entregaba por completo. Una de ellas fue el flamenco, un arte que le regaló una de las cosas más importantes de su vida: el conocimiento de los gitanos. Adoraba a los gitanos, su forma de ver la vida, de vivirla, y siempre les ayudó en todo lo que pudo. Todavía hoy se recuerdan las inmensas colas de gitanos que se formaban en el portal de su casa de la Diagonal barcelonesa. Fueron los gitanos quienes le bautizaron como Tío Alberto, título que para ellos simboliza el respeto que sienten por sus mayores y por la familia.

En 1950, gracias a los contactos que siempre mantuvo con la gente de Hollywood, se rueda en la Costa Brava “Pandora y el holandés errante”, con Ava Gardner y James Mason. Mas Castell vive todo su esplendor a partir de entonces. Los sesenta fueron los años del descubrimiento de la Costa Brava por la alta sociedad catalana, una sociedad a la que Tío Alberto frecuentaba a la par que escandalizaba con sus fiestas, su rojerío y su pasión por los artistas, los toreros y los gitanos. Josep Pla, Jean Cocteau y Dalí son algunos de sus amigos. A finales de los sesenta se da en esa sociedad catalana lo que fue bautizada como Gauche divine, la izquierda divina del Bocaccio y la Costa Brava. Compuesta por hijos de familias catalanas adineradas díscolos con el franquismo y la rigidez de costumbres que imponía, se caracteriza por romper los moldes de su época en un intento de abrir el cerrado mundo en el que vivían a Europa y a la cultura. Nombres como Gil de Biedma, Jorge Herralde, Beatriz de Moura, Carlos Barral, Joaquim Jordá, Ricardo Bofill, Oscar Tusquets, Oriol Bohigas, Jacinto Esteva y tantos y tantos otros formaban parte de aquel grupo de personas que se definían como de izquierdas, pero que aspiraban a vivir como de derechas. Tío Alberto, no podía ser de otra manera, fue uno de los miembros más destacados del grupo. Es en esta época cuando rueda varias películas con Gonzalo Suárez, uno de sus grandes amigos.El cine siempre le divirtió y seguro que, de haberse dedicado a ello, habría sido un gran actor. Su pasión por la vida no le impedía ser plenamente consciente de las limitaciones del país en que vivía: “Este es un país en el que nadie escribe sus memorias, y así nadie sabe cómo se vive. Es un país de analfabetos”.

Amante sin remedio del flamenco, siempre lo tuvo presente en las fiestas que organizaba, pero no contento con eso, llegó a montar un tablao en Palamós y a promocionar a los que más tarde serían grandes monstruos del flamenco, como La Chunga. Separado ya de Margarita Gabarró, en el célebre restaurante Madame Zozó de la Costa Brava, una noche conoce a una joven francesa casi cuarenta años menor que él de la que se enamora perdidamente. Ya no se separaron más. Compartió con ella el resto de su vida. Ella se sintió fascinada por la fuerte personalidad, la distinción y el don de gentes de aquel seductor sin remedio. Poco le importó la diferencia de edad. A él tampoco porque, como decía Picasso, tenemos la edad de la persona a la que amamos. Sin embargo, los tiempos de esplendor del textil y de la inmensa fortuna de Tío Alberto tocaban ya a su fin. Las nuevas tecnologías y, sobre todo, la deslocalización industrial arruinaron a la mayoría de industrias textiles del país. La de Tío Alberto no fue una excepción, aunque sí lo fue la forma de liquidarla: en lugar de dejar tirados a los trabajadores, vendió la mayor parte de su patrimonio para darles una indemnización digna. Ese proceso de venta de patrimonio incluyó la venta de Mas Castell. Pero el carácter y las ganas de disfrutar cada segundo de la vida de Tío Alberto siguieron intactas. Poco importaba no tener ya aquella magnífica residencia. Se contentó viviendo en un pequeño apartamento en Palamós, muy próximo a Mas Castell.



Alberto Puig Palau, Tío Alberto, fue uno de los últimos grandes señores de Barcelona, aquellos señores que amaban la belleza, el arte y la vida, que practicaban el mecenazgo desinteresado de la cultura y no el patrocinio interesado de los que les sustituyeron, que hicieron de su vida una permanente aventura manteniéndose fieles a unos valores que les caracterizaban como señorío, elegancia y generosidad, y no esa horterada nuevoriquil que ha venido después que cree que ser señor es tener dinero o, peor aún, que necesitan mostrar lo mucho que tienen para que los demás les respeten. Personas como él, personas capaces de arruinarse para que sus obreros cobren, de disfrutar intensamente la vida en un pequeño apartamento tras haberlo perdido todo, de estar siempre dispuestas a darse a los demás, de amar el placer del arte por el arte y la belleza por la belleza, ya no existen. Fueron los últimos gatopardos de los que hablaba Lampedusa. Los que vinieron tras ellos no eran más que chacales hambrientos. Gracias, Tío Alberto, por habernos enseñado que lo importante no es tener sino dar, y que, aunque podamos perderlo todo, siempre podemos vivir nuestros sueños, todos nuestros sueños…

Este precioso documental realizado por su biznieta, en su afán por aproximarse a un ser irrepetible que tuvo tan cerca pero al que no llegó a conocer, es un maravilloso canto a un ser humano que jugó las cartas que le dio la vida de la mejor manera que se puede hacer: compartiéndolas con los demás.

JOAN MANUEL SERRAT Siete vidas

pareja' El músico y Candela Tiffon se casaron en 1978. Un año más tarde nació su hija Maria
LAUREADo' Felipe Gonzálezle entregó la insignia del mérito civil en 1994

años de oro' Con Palomo Linares, en 1970, iniciando una década bilingüe y creativamente imperial.

masivos Superado un cáncer de vejiga y entrando en los 70, su alianza con Sabina suma multitudes a ambos lados del Atlántico
Nova cançó' En 1965, año de sus inicios, con Raimon y Núria Feliu en el Palau de la Música.
JOAN MANUEL SERRAT

Siete vidas

El autor de 'Mediterráneo' cumplirá 70 años el próximo viernes. Siete décadas de arte y poesía, éxitos y complicidades universales, que dan para otras tantas vidas.

POR JORDI BIANCIOTTO
DOMINGO, 22 DE DICIEMBRE DEL 2013

Hace ya mucho tiempo que Serrat es un clásico, pero es ahora cuando, por fin, tiene edad para serlo. El 27 de diciembre entrará en la setentena, franja provecta en la que se acomodan ya numerosos héroes de la música popular moderna: también en 1943 nacieron, por ejemplo, Mick Jagger, Roger Waters (Pink Floyd), Joni Mitchell, Luis Eduardo Aute y, en un campo más ligero, Julio Iglesias y Al Bano. Siete décadas de cultivo de una canción refinada y con poder de seducción a gran escala. Siete serrats en crecimiento y transformación. Los recorremos uno a uno.


1. Niño de Poble Sec

Una placa colocada en 1989 en un portal de la calle del Poeta Cabanyes testifica los orígenes de Serrat en el Poble Sec. Padre, Josep, lampista, con pasado en la CNT; madre, Ángeles, costurera, aragonesa de la martirizada localidad de Belchite, donde perdió a numerosos familiares. Serrat creció en aquella singular encrucijada urbana: un imaginario menestral colindante con las luces de la feria de muestras, el barraquismo de Montjuïc y el barrio chino.

Alumno becado y, por tanto, esforzado en los escolapios, y de ahí al bachillerato en el instituto Milà i Fontanals y la Universidad Laboral Francisco Franco, de Tarragona y, de vuelta a Barcelona, el fin de ciclo educativo en la Escuela de Peritos Agrónomos. En el camino, un objeto turbador. «Me la van regalar quan em voltaven / somnis dels meus setze anys, encara adolescent». La guitarra.

2. El joven trovador

Serrat ejerció de esponja absorbiendo primero las músicas que flotaban en el ambiente: primero, de la copla a los ritmos latinos del bolero y el tango; más tarde, la canción francesa. De Conchita Piquer y Juanito Valderrama, prestando atención a los textos de Rafael de León, a Brel, Brassens y Aznavour. Y fuentes literarias: El extranjero (Camus), Anna Karenina (Tolstoi) y Cartas de un joven poeta (Rilke) son lecturas iniciáticas que nutren al joven trovador, luego ampliadas con la generación del 27.

Integrante 13º de Els Setze Jutges, sus primeras grabaciones, a partir de 1965, le muestran siguiendo el rastro de la chanson en composiciones de tacto costumbrista (ecos de la posguerra en La tieta, romanticismo breliano en Els vells amants), que centran el foco en su voz y su guitarra, embellecidos por los arreglos de Ros-Marbà y Borrell.

3. Golpe a golpe

Tras el equívoco episodio de Eurovisión, en 1968, cuando termina negándose a defender La, la, la, del Dúo Dinámico, si no es en catalán (para alegría y gloria de Massiel), Serrat incorpora el castellano en su obra con el álbum Dedicado a Antonio Machado, poeta, con Ricard Miralles, y los tótems Cantares y La saeta. Toma distancias con los principios hegemónicos de la cançó y apela a su bilingüismo familiar para hablar de tú a tú al mundo hispano más sensible y progresista. Es el inicio de un Serrat creativamente imperial, que hasta mediados de los 70 entrega discos fundamentales tanto en catalán (como Per al meu amic, Helena y Pare) como en castellano (Mediterráneo, Miguel Hernández). Poesía popular adaptable a los tiempos y una relación de tensión in crescendo con el franquismo, cuyo punto de fricción llega en 1975, cuando, estando de gira en México, en plena expansión comercial (ese año ha dejado el sello Edigsa y fichado por la multinacional Ariola), condena la ejecución de cinco militantes del FRAP y ETA. Se queda allí, en un exilio sobrevenido de 11 meses. Cuando regresa, el franquismo comienza a ser historia.

4. En tránsito

En su reencuentro con un país en mutación opta por la austeridad artística y publica el delicado e interiorista Res no és mesquí, su tercer álbum dedicado a un poeta, esta vez a un autor poco popular, Joan Salvat-Papasseit. Es el pórtico de una madurez oficializada tras su matrimonio con Candela Tiffon y el tono recogido de 1978, Tal com raja y En tránsito. Simpatiza públicamente con unas siglas políticas, las del PSOE, y su carrera entra en una normalidad saludada con ventas notables y el levantamiento del veto en TVE, que le dedica un especial de Música, maestro.

5. Ya hace 20 años

El reconocimiento masivo se hace también institucional cuando el Ministerio de Cultura premia su álbum Cada loco con su tema, que presenta en una Latinoamérica que le profesa un afecto creciente. Atención al fenómeno que despierta en Argentina, con acalorados recitales en Buenos Aires, en el Grand Rex y el Luna Park, en 1983, cuando se respira el fin del régimen militar, y a los que seguirá una gira más extensa en 1984.

Fa vint anys que tinc vint anys, canta, poniendo al día sus versos de veinteañero. Sigue alternando universos: de la poesía del uruguayo Mario Benedetti (El sur también existe) a regreso al catalán de Material sensible, donde refuerza su alianza con Josep Maria Bardagí.

6. En cuadrilla

En su ingreso en la cincuentena, Serrat lanza el mensaje resignado de Nadie es perfecto, pero esa década le reserva los fastos más suntuosos y los mayores baños de multitudes. En Catalunya, pompa y reconocimiento para su doble álbum Banda sonora d'un temps d'un país, donde se marca el tanto de aglutinar el legado de los clásicos de la cançó (incluidos rivales juveniles como Lluís Llach y Raimon) pasando por alto viejas heridas y rencillas. Lo presenta a lo grande, en el Palau Sant Jordi.

Y a otra escala, el pelotazo de la gira El gusto es nuestro, en la que pasea sus hitos de la mano de Víctor Manuel, Ana Belén y Miguel Ríos, y que le lleva hasta Latinoamérica en un largo itinerario en 1996 y 1997. El clímax de una era y una generación. Le siguen operaciones desiguales: discos menores como Sombras de la China y el latino Cansiones (donde rinde homenaje a los boleros y tangos ligados a su memoria familiar), y la revisión orquestal de Serrat sinfónico.

7. Y con Sabina

En el 2005, entrado en los 60, Serrat hace público que se somete a quimioterapia por un cáncer de vejiga. No estaciona su actividad; al contrario, anuncia una gira intimista, 100 X 100, con Miralles, que le conduce a un disco reflexivo y contemplativo, Mô, incubado en Menorca. Pero no se trata de avisos de un paulatino fundido escénico: sorprende con una nueva obra dedicada a Miguel Hernández (Hijo de la luz y de la sombra) y con una alianza con Joaquín Sabina en un tándem de éxito seguro que convoca multitudes a ambos lados del Atlántico. La Orquesta del Titanic le mantiene a flote, celebrando partituras compartidas, cuando afronta su 70º cumpleaños meditando nuevos proyectos y sin mencionar la palabra retiro. El buen trovador no debe colgar la guitarra.

http://www.elperiodico.com/es/noticias/ocio-y-cultura/siete-vidas-2949469

Tío Alberto, el último gatopardo





Tío Alberto, el último gatopardo

Por Carlos Olalla el 22 diciembre, 2013

Fue un personaje de leyenda: inteligente, atractivo, guapo, tierno, apasionado, seductor, juerguista, aventurero, inquieto y, por encima de todo, generoso sin límite. Así era Alberto Puig Palau, inmortalizado como Tío Alberto por uno de los muchos artistas a los que ayudó en sus comienzos: Joan Manuel Serrat. Perteneciente a una acaudalada familia de la burguesía catalana que hizo su gran fortuna con el auge del textil, vio frustrada su vocación de médico por el empeño de su padre en que entrase a trabajar en la empresa familiar. Inconstante, como la mayoría de las personas apasionadas, estudió las carreras de ingeniería y derecho sin acabarlas, compaginándolas con filosofía, que tampoco acabó. El joven Alberto tenía un poder de seducción enorme. 
Su trato era siempre alegre y exquisito. Tampoco era extraño ver que las mujeres se giraran para mirarle cuando pasaban por su lado. Su pasión por las mujeres y por el mundo de los gitanos le llevaron a dejarlo todo y a irse a vivir con una joven gitana en las cuevas del Sacromonte granadino. El empecinamiento del padre en introducir a su hijo en el mundo del textil le llevó a enviarle a Lyon, de gran tradición sedera, con diecinueve años recién cumplidos. A aquel viaje siguió otro a Estados Unidos para que aprendiese todo sobre la maquinaria textil que podrían incorporar a sus fábricas. 
El iluso señor Puig pensaba que con aquellos viajes haría que su hijo sentase la cabeza y se entregase por completo a dirigir la empresa de la familia. La cosa no fue como esperaba ya que, compaginando su trabajo con sedas y máquinas, el joven Puig Palau se dedicó a lo que más le gustaba: el placer de conocer el mundo a través de la noche, la fiesta y las mujeres. En Estados Unidos, de la mano de su amigo madrileño Edgar Neville, encontró otro aliciente que marcaría profundamente su vida: la incipiente industria del cine. Seductor nato, tuvo varias historias de amor con actrices norteamericanas durante su estancia por aquellas tierras. Su última relación con una actriz durante aquel viaje fue Dolores del Río, que cariñosamente le llamaba “el chico de la sonrisa del millón de dólares”. 
Vivieron un apasionado romance que se prolongó en el viaje de regreso en barco a Europa. Ella venía a rodar una película en Berlín. Él, como siempre y estuviese donde estuviese, a disfrutar de cada segundo de su vida. La acompañó al rodaje e intervino como figurante en la que fue su primera, y no última, aparición en la pantalla. El padre, escandalizado, intentó comprar todas las copias de la película para que nadie viera a su hijo haciendo algo tan opuesto y alejado de lo que es dirigir una empresa.


De regreso a Barcelona, la vida del joven Puig Palau se desarrolló entre los ambientes más selectos de la parte alta de la ciudad y los más populares del barrio chino. La empresa le ocupaba los días; su insaciable sed de amor, las noches. La Barcelona de finales de los años veinte y principios de los treinta era una ciudad convulsa y tremendamente viva. Los enfrentamientos entre trabajadores y empresarios eran extremadamente violentos. 
El movimiento obrero estaba en su apogeo y la fuerza de los anarquistas iba cada día en aumento. Puig Palau, como todo apasionado devorador de la vida, vivía todo muy rápido. De hecho la velocidad fue otra de sus grandes pasiones. Llegó a correr en la fórmula 1 de entonces. En 1931, con veinticuatro años, se casó con una guapísima joven de buena familia de Barcelona, Margarita Gabarró. El padre de Alberto nunca llegó a ver aquella boda que tanto le habría gustado: había muerto atropellado dos meses antes.

Aunque las posiciones ideológicas del joven Alberto eran de izquierdas, cuando estalló la guerra se desplazó a Tetuán donde, con su savoir faire, su don de gentes y su facilidad para los idiomas, no tardó en entablar una buena amistad con el General Beigbeder, comisionado de la plaza, que le contrató como secretario. 
Meses después, enterado de la ideología alejada del franquismo de Puig Palau, Beigbeder le protegió relevándole de su puesto. Acabada la guerra civil Puig Palau regresa a Barcelona y hace lo que siempre hizo durante toda su vida: ayudar a los que lo necesitaban. Fueron muchos los anarquistas a los que protegió y ayudó a cruzar la frontera para escapar de la dictadura franquista. Su idealismo le lleva a participar en la Segunda Guerra Mundial junto a la Resistencia francesa contra los nazis. Por eso le concedieron la Orden de la Legión de Honor, la más alta condecoración francesa.

Hombre de gran cultura e inquietudes, que mezclaba lo más elitista con lo más popular, que trataba por igual a un príncipe que a un mendigo, durante toda su vida dedicó gran parte de su fortuna a ayudar a quien lo necesitaba y, especialmente, a artistas que, como suele acontecer en este país, pasaban verdadera hambre intentando vivir de su arte. 
De ese mecenazgo nació su relación con el joven Serrat, que daba los primeros pasos de su carrera musical. Su pasión por la arquitectura le llevó a encargarle al arquitecto Durán Reynals la nueva sede de la empresa en el centro de Barcelona. Tres años antes ya le había encargado la que, sin duda, fue una construcción mítica y legendaria de la Costa Brava gerundense: Mas Castell, su casa de veraneo en Palamós.

Puig Palau era hombre de pasiones a las que se entregaba por completo. Una de ellas fue el flamenco, un arte que le regaló una de las cosas más importantes de su vida: el conocimiento de los gitanos. Adoraba a los gitanos, su forma de ver la vida, de vivirla, y siempre les ayudó en todo lo que pudo. Todavía hoy se recuerdan las inmensas colas de gitanos que se formaban en el portal de su casa de la Diagonal barcelonesa. Fueron los gitanos quienes le bautizaron como Tío Alberto, título que para ellos simboliza el respeto que sienten por sus mayores y por la familia.

En 1950, gracias a los contactos que siempre mantuvo con la gente de Hollywood, se rueda en la Costa Brava “Pandora y el holandés errante”, con Ava Gardner y James Mason. Mas Castell vive todo su esplendor a partir de entonces. Los sesenta fueron los años del descubrimiento de la Costa Brava por la alta sociedad catalana, una sociedad a la que Tío Alberto frecuentaba a la par que escandalizaba con sus fiestas, su rojerío y su pasión por los artistas, los toreros y los gitanos. Josep Pla, Jean Cocteau y Dalí son algunos de sus amigos. A finales de los sesenta se da en esa sociedad catalana lo que fue bautizada como Gauche divine, la izquierda divina del Bocaccio y la Costa Brava. 
Compuesta por hijos de familias catalanas adineradas díscolos con el franquismo y la rigidez de costumbres que imponía, se caracteriza por romper los moldes de su época en un intento de abrir el cerrado mundo en el que vivían a Europa y a la cultura. Nombres como Gil de Biedma, Jorge Herralde, Beatriz de Moura, Carlos Barral, Joaquim Jordá, Ricardo Bofill, Oscar Tusquets, Oriol Bohigas, Jacinto Esteva y tantos y tantos otros formaban parte de aquel grupo de personas que se definían como de izquierdas, pero que aspiraban a vivir como de derechas. Tío Alberto, no podía ser de otra manera, fue uno de los miembros más destacados del grupo. 
Es en esta época cuando rueda varias películas con Gonzalo Suárez, uno de sus grandes amigos.El cine siempre le divirtió y seguro que, de haberse dedicado a ello, habría sido un gran actor. Su pasión por la vida no le impedía ser plenamente consciente de las limitaciones del país en que vivía: “Este es un país en el que nadie escribe sus memorias, y así nadie sabe cómo se vive. Es un país de analfabetos”.

Amante sin remedio del flamenco, siempre lo tuvo presente en las fiestas que organizaba, pero no contento con eso, llegó a montar un tablao en Palamós y a promocionar a los que más tarde serían grandes monstruos del flamenco, como La Chunga. Separado ya de Margarita Gabarró, en el célebre restaurante Madame Zozó de la Costa Brava, una noche conoce a una joven francesa casi cuarenta años menor que él de la que se enamora perdidamente. Ya no se separaron más. 
Compartió con ella el resto de su vida. Ella se sintió fascinada por la fuerte personalidad, la distinción y el don de gentes de aquel seductor sin remedio. Poco le importó la diferencia de edad. A él tampoco porque, como decía Picasso, tenemos la edad de la persona a la que amamos. Sin embargo, los tiempos de esplendor del textil y de la inmensa fortuna de Tío Alberto tocaban ya a su fin. Las nuevas tecnologías y, sobre todo, la deslocalización industrial arruinaron a la mayoría de industrias textiles del país. 

La de Tío Alberto no fue una excepción, aunque sí lo fue la forma de liquidarla: en lugar de dejar tirados a los trabajadores, vendió la mayor parte de su patrimonio para darles una indemnización digna. Ese proceso de venta de patrimonio incluyó la venta de Mas Castell. Pero el carácter y las ganas de disfrutar cada segundo de la vida de Tío Alberto siguieron intactas. Poco importaba no tener ya aquella magnífica residencia. Se contentó viviendo en un pequeño apartamento en Palamós, muy próximo a Mas Castell.

Alberto Puig Palau, Tío Alberto, fue uno de los últimos grandes señores de Barcelona, aquellos señores que amaban la belleza, el arte y la vida, que practicaban el mecenazgo desinteresado de la cultura y no el patrocinio interesado de los que les sustituyeron, que hicieron de su vida una permanente aventura manteniéndose fieles a unos valores que les caracterizaban como señorío, elegancia y generosidad, y no esa horterada nuevoriquil que ha venido después que cree que ser señor es tener dinero o, peor aún, que necesitan mostrar lo mucho que tienen para que los demás les respeten. 
Personas como él, personas capaces de arruinarse para que sus obreros cobren, de disfrutar intensamente la vida en un pequeño apartamento tras haberlo perdido todo, de estar siempre dispuestas a darse a los demás, de amar el placer del arte por el arte y la belleza por la belleza, ya no existen. Fueron los últimos gatopardos de los que hablaba Lampedusa. Los que vinieron tras ellos no eran más que chacales hambrientos. Gracias, Tío Alberto, por habernos enseñado que lo importante no es tener sino dar, y que, aunque podamos perderlo todo, siempre podemos vivir nuestros sueños, todos nuestros sueños…

Este precioso documental realizado por su biznieta, en su afán por aproximarse a un ser irrepetible que tuvo tan cerca pero al que no llegó a conocer, es un maravilloso canto a un ser humano que jugó las cartas que le dio la vida de la mejor manera que se puede hacer: compartiéndolas con los demás.


http://laplacenta.clandestinodeactores.com/2013/12/tio-alberto-el-ultimo-gatopardo/

miércoles, diciembre 11, 2013

EN UNA VIDEOCONFERENCIA Serrat agradece a Cristina Fernández y a los argentinos el premio de derechos humanos

EN UNA VIDEOCONFERENCIA
Serrat agradece a Cristina Fernández y a los argentinos el premio de derechos humanos

AGENCIAS el 11/12/2013 

Joan Manuel Serrat agradeció hoy a la presidenta argentina, Cristina Fernández, y "a todos y cada uno de los argentinos", en especial a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, el premio "Azucena Villaflor de De Vincenti" por su compromiso con los derechos humanos.

EFE - "Dedico el premio a los argentinos, a todos y cada uno de ellos, especialmente a las madres y abuelas, a los que pelearon y están, a los que lo hicieron y ya no están, a los que no pelearon y hoy pelean. A todos", dijo Joan Manuel Serrat en una videoconferencia al inicio de un acto de conmemoración de los 30 años de democracia en Argentina.

Fernández hizo partícipe a Serrat del galardón en nombre de "todo el pueblo argentino y en el de los que te quieren y no te quieren, te lo queremos entregar en nombre y representación de lo que hiciste anónimamente".

"Qué gusto volver a tenerte", exclamó la presidenta, quien recordó que la última vez que se habían visto fue en su residencia oficial de Olivos, en Buenos Aires, en una cena junto al fallecido expresidente Néstor Kirchner y al cantautor argentino León Gieco y su mujer.

"Este premio va más allá de la justicia escrita, va de la convicción, del amor y de todos los compañeros que viven en vos y no podéis volver a ver pero seguramente llevas en tu corazón", señaló la mandataria, quien entregó el premio a la titular de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, en representación del cantautor.

"Me siento muy conmovido por recibir este galardón, que resume la lucha de estas mujeres que salieron a las calles para enfrentar toda la represión que se les venía encima, marcaron un camino de valor que sirvió para desenmascarar la dictadura y abrir un camino de futuro, por el que se pelea cada día", respondió Serrat.

El cantautor se unió "al gozo de celebrar 30 años de democracia" en Argentina, y abogó por seguir "profundizando" en ella.

"Tenemos que pelear por conseguir una educación, sanidad, justicia y administraciones más democráticas. Que la democracia sea algo consustancial con nosotros, nuestros gobernantes y gobernados", indicó.

Finalmente, Serrat confesó que "a pesar de que a lo largo de los años la vida me trató muy bien y mi profesión me ha retribuido con mucho, los premios que más me motivan son los civiles, no los profesionales".

"Esos premios son de los que se sienten más orgullosos mis hijos y mi familia en general. Y yo necesito que mi familia esté orgullosa de mí para que me lave los calcetines", bromeó.


http://www.cancioneros.com/co/5701/2/serrat-agradece-a-cristina-fernandez-y-a-los-argentinos-el-premio-de-derechos-humanos